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Setenta años atrás, Nabucodonosor era indiferente al Dios verdadero. Con posterioridad, Dios
castigó su orgullo (y paralizó el genocidio de los fieles). Belsasar añade ahora una burla
insolente, algo que siempre ocurre antes del juicio, y desprecia el arrepentimiento. El mensaje
nos presenta la verdadera historia de esa última noche.