Pablo nos habla del crecimiento de la iglesia, advirtiendo que los corazones de los creyentes pueden ser reconquistados por la carne en gran medida. También nos explica que ganar almas es obra de Dios y debemos tener cuidado cómo construimos. Aquí es explican las aplicaciones; y se habla del caso de aquellos que perderán una recompensa, pero serán salvos "como por fuego".

El apóstol nos enseña la ceguera espiritual de nuestro estado inconverso y lo contrasta con las maravillas reveladas en el Evangelio, incluidas las glorias futuras (que aquí se describen). Aquí también se explica el significado de "comparar las cosas espirituales con las espirituales", juzgando todas las cosas y "viviendo" la mente de Cristo.

Con frecuencia se pierde de vista la regla principal de Pablo respecto a la predicación (y la testificación), lo que conduce a que el Espíritu se retire. Aquí se muestra la regla de oro del apóstol, y también se explica por qué se le llama "misterio" al Evangelio, junto con las riquezas del pasaje que hable de lo que "el ojo no ha visto".

Este pasaje comienza con la ceguera del hombre ante las cosas de Dios, lo que demuestra que solo el poder divino puede despertar las almas perdidas. En efecto, Dios llama a los humildes a que lleven luz y vida a los sabios y "exaltados" para demostrar que toda la gloria se debe a Él.