Reflexiones sobre la magnífica introducción a Juan, glorificando a Cristo; eternamente igual con el Padre (pero no sometido eternamente), Creador y fuente de vida, oscurecido por la Caída pero siempre salvando almas, rechazado por el mundo pero “extendió su tabernáculo” (habitó) entre nosotros para la salvación de aquellos “nacidos de Dios”.