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Alrededor del año 1350 a.C., vivía lujosamente en Lais, cerca de la antigua Sidón, una comunidad despreocupada, sin enemigos, sin magistrados y sin aliados. Los merodeadores la destruyeron. Esta narrativa, vista como una parábola de la vida sin Dios, ha movido a muchos a considerar su alma y buscar a Dios.