Objetivo: Utilizar la esclavitud de los israelitas para ilustrar nuestra esclavitud bajo el pecado. Señalar que en ambas situaciones fue Dios quien tomó la iniciativa y puso en marcha su plan de liberación.
Bosquejo de la lección: Empieza la lección describiendo la esclavitud en la que habían caído los israelitas. Describe lo que era la vida para los hijos de los esclavos. Muestra ilustraciones de los grupos de esclavos que eran utilizados para construir las pirámides. Prosigue explicando, bajo los epígrafes siguientes, que había mucho más en sus sufrimientos que la dureza física a la que los egipcios los forzaban.
(1) “Vendidos”. Los israelitas habían vendido su libertad. Vendieron sus objetos de valor a cambio de promesas de alimento, cobijo y seguridad y, finalmente, se vieron forzados a entregarse a sí mismos. Sorprende a los niños indicando que, en un sentido, nosotros también somos esclavos: esclavos del pecado y de Satanás. Establece un paralelismo entre la situación de Egipto y la nuestra.
(2) Sin elección. Los israelitas vivían ahora en pequeñas chozas sin nada que pudieran considerar suyo. Cada día eran apiñados y llevados como animales a sus lugares de trabajo. Eran obligados a arrastrar enormes piedras por el desierto bajo el tórrido sol y, si se quejaban o pedían tan solo un poco de agua, se les asignaba más trabajo y eran azotados.
(3) Sin libertad. Los esclavos nunca eran libres y su vida era una gran serie de esfuerzo y trabajo forzado, cuyos límites eran estrictamente marcados por los egipcios. Explica que así es como el pecado nos trata a nosotros. Nos roba todo lo mejor de la vida. Limita nuestra experiencia a la parte física y mundana de esta vida. Los incrédulos nunca ven la mejor parte; nunca conocen el gozo verdadero, ni experimentan la verdadera plenitud…
(6) La paga: ¡La muerte! Al final Faraón, inquieto por el número de hebreos que había, ordenó la muerte de todos sus bebés varones. La muerte —a una terrible escala— golpeó la nación. Ayuda a la clase a compartir el horror de este edicto. Ayúdales a imaginar las emociones que embargarían a una familia hebrea cuando nacía un varón, el gozo natural aplastado por el horror de tener que entregarlo a los soldados para que lo ahogaran.
La obra de Dios. Describe cómo Dios empezó a actuar en esta situación. Antes de recibir súplica alguna de ellos, Dios se apiadó de su pueblo y empezó a llevar a cabo su plan. ¿Cómo? Posó su mirada sobre esa tierra y se valió de un bebé débil, indefenso y amenazado para empezar su propósito de liberación. Narra brevemente los eventos de cómo Moisés escapó de la muerte.
La mayoría de los niños están familiarizados con su rescate cuando estaba en una arquilla de juncos escondida en el Nilo. Nunca hagamos referencia a esto como si se tratase de una “historieta”, porque queremos convencer a los niños de la verdad de la Palabra de Dios, y la palabra “historieta” se relaciona normalmente con los cuentos de hadas.
Explica a la clase que convertirse en cristiano es como despertar y darse cuenta de que hemos vivido en una oscura prisión, encadenados por Satanás e incapaces de conocer la vida “exterior”, es decir, la vida espiritual.