La Escritura nos dice muchas veces que Dios determinó detalladamente la adoración y el sacerdocio y, sin embargo, Nadab y Abiú de forma inmediata y fatal innovaron al respecto. ¿Por qué? El mensaje nos presenta varias respuestas comunes, pero la Escritura menciona solo que Dios no había mandado lo que ellos hicieron, y aquí encontramos una lección para las iglesias de hoy en día.

El mensaje nos presenta las enseñanzas que obtenemos de las ofrendas para nuestras vidas devocionales de hoy en día: en primer lugar por paz (agradecimiento) y en segundo lugar por pecados de “yerro” (pecar a la ligera despreocupadamente), en tercer lugar por culpabilidad de asociación, en cuarto lugar por “faltas” (pecados en contra de Dios). ¿Cómo podemos arrepentirnos sin conocer estas diferentes categorías de ofensas?

Los holocaustos, eclipsados por el Calvario, ya no se dan hoy en día, pero al situarnos en medio de la escena quizás podemos sentir el impacto del simbolismo y la naturaleza del pecado. Aquí aprendemos mucho acerca de cómo pensar en momentos de arrepentimiento.

Al igual que la oración diaria, la lectura de la Escritura, la mortificación del pecado y las buenas obras, el fomentar y avivar las habilidades que Dios nos ha dado es un deber constante no solo para ministros como Timoteo sino para todos los creyentes. Aquí encontramos el método de Pablo.

El apóstol hace que nos detengamos y sintamos cuán inmensamente feo y dañino es el pecado. Sus palabras nos sacuden y hacen que nos alarmemos de nuestra ligereza y nos llaman a que nos involucremos completamente en la guerra contra el pecado a través de una santidad personal y la proclamación del evangelio.